lunes, junio 25, 2012

Si fuéramos lluvia, tendríamos más sentido.

    

Hay un momento entre junio y agosto, comúnmente llamado julio, donde los días desaceleran de a poco y casi como si no quisieran; las nubes visten su gris habitual y nos gusta decirle verano mientras esperamos simplemente que una probada de lluvia nos devuelva algo que el tiempo nos ha quitado. De alguna forma ese sonido de gotas reventando contra las ventanas, el suelo y lo que se ponga en su camino, es lo que hace lentas las tardes donde incluso el sol se ausenta temprano.
Recuerdo muchas noches donde las luces de la calle se reflejaban en pequeños ríos a los lados de calles poco frecuentadas, al mismo tiempo que buscaba esquivar los charcos o algunas otras veces en que quisiera haberme hundido en ellos. Las tardes de lluvia en ocasiones inspiran a quedarse en silencio y respirar lento, apreciar los nudos en los tallones de las paredes y buscarle formas al piso; quizá encender una sola luz que nos haga compañía a lo lejos y contarle algo, para esperar nos acompañe a dormir...


El volumen sube y baja en momentos pero la idea esencialmente es crear un ambiente cómodo, entre desolador y un poco más allá, para aprovechar un poco el frío húmedo de los días de nubes.


De una por una o todas dando clic a la imágen (junto al vídeo como es costumbre).
Feliz Julio.

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